Ma. Alejandra Racovschik y Carlos Raimundi (compiladores) 2016
Durante más de una década, los vientos del cambio soplaron con fuerza en América Latina. Lo hicieron de la mano de líderes y fuerzas políticas, antiguas o nuevas, que se impusieron reparar los daños provocados por la aplicación de políticas dictadas por un Consenso de muy pocos. La inspiración nacional y popular volvió al centro de la escena permitiendo que se hablara, como titularía un célebre informe de la CEPAL de junio del 2010, de La Hora de la Igualdad. Había muchas brechas por cerrar y muchos caminos por abrir. Tal vez por el efecto de alivio que vino después del agobio de los noventa se descorchó la sidra antes de la medianoche y hubo apuro en anunciar el post neoliberalismo sin reparar en el hecho de que mostraba todavía signos vitales y sólo se disponía a esperar y, no en forma pasiva, aprovechar su oportunidad.
Vinieron después malas noticias. Los intereses hegemónicos y el mundo de los grandes negocios iniciaron la contraofensiva valiéndose de medios legales o de los otros. Para lo que son muy competitivos. Recuperaron algunas plazas y rodean a las que resisten. Querrán apagar los fuegos y eliminar los rescoldos en que pudieran activarse nuevos empeños emancipatorios. Probablemente termine jugando en su contra su propia naturaleza, la ceguera o la codicia coyuntural que los lleva a aplicar recetas probadamente fallidas y que, cuanto más se aumentan las dosis, más empeoraran las cosas. En tal estado, pocas cosas tan bienvenidas como las invitaciones a una pausa reflexiva, a la recapitulación y al interrogatorio franco. Tanto más fértiles cuanto más se acompañen de una verdadera disposición autocrítica.
El ejercicio de la autocrítica, si auténtico y a fondo, siempre es doloroso y suele detenerse en el umbral de la propia autoestima. Depende de la franqueza con que cuestiona y se cuestiona. Si se le antepone la “cláusula justificatoria”, puede perderlo que en él hay de más fértil y sólo anuncia futuros desaciertos. Tal vez un buen punto de partida sería distinguir entre lo que se hizo bien pero sin ocuparse lo suficiente de asegurar la continuidad y la profundización, lo que se hizo mal y lo que no se hizo pudiendo haberse hecho. Muchos señalan que no se advirtió que como resultado del “encadenamiento ascendente de las demandas”, gran parte de los beneficiados de políticas reparadoras, vulnerables a las campañas desestabilizadoras de la infamia mediática, podían terminar convirtiéndose en los aliados de la restauración neoliberal. Convengamos que podría haberse reparado en lo que se sabía sobre comportamiento de nuevos y antiguos sectores medios. ¿Qué podría haberse hecho, en materia de programa cultural y generación de conciencia, para neutralizar o disminuir aquel riesgo? Descargue el libro completo desde el portal de FLACSO.