La Revista de Estudios Sociales de la Universidad de los Andes (Colombia) invita a la comunidad académica a enviar artículos para su número especial dedicado al tema “La erosión de la democracia: variantes, mecanismos y consecuencias”.
Editores invitados:
José del Tronco (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México) Alejandro Monsiváis Carrillo (El Colegio de la Frontera Norte, CPI-Conacyt, México)
La recepción de artículos se hará del 14 de febrero al 16 de marzo de 2020
Se aceptarán textos en inglés, español y portugués. Los autores deberán seguir estrictamente las normas de edición y la guía de estilos de la Revista de Estudios Sociales (véase: https://revistas.uniandes.edu.co/for-authors/res/editorial-policy).
Los contenidos deben ser enviados a través de la plataforma ScholarOne: https://mc04.manuscriptcentral.com/revsoc
Presentación: La erosión de la democracia: teoría, mecanismos e incógnitas
La “tercera ola” de democratización tuvo lugar a lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX (Huntington 1993). Durante este período, el número de democracias en el mundo alcanzó una cifra sin precedentes en la historia (Diamond 1999, 24-31). Sin embargo, poco tiempo después, el avance de la democracia no solamente se había detenido, sino que algunos países habían padecido retrocesos hacia el autoritarismo (Mechkova, Lührmann y Lindberg 2017). Al analizar estas tendencias, Levistky y Way (2015) señalaron que muchas democracias recientes enfrentaron dilemas (políticos y económicos) que detuvieron el proceso de consolidación, pero que no era verosímil la tesis de un declive de la democracia. En contraste, otros autores encontraron evidencia empírica de una reversión de la tercera ola (Diamond 2015). Hoy en día se reconoce que existe un proceso de autocratización en marcha (Lührmann y Lindberg 2019). En un informe reciente del Proyecto Variedades de la Democracia (V-Dem 2019) se señala que el número de democracias liberales se redujo de 44 a 39 entre 2008 y 2018, y que 24 países se encuentran severamente afectados por una “tercera ola de autocratización”. Entre esos países se cuentan Brasil, India, los Estados Unidos, Hungría, y Polonia. Walker (2016) argumenta que el propio activismo antidemocrático de los líderes políticos de los regímenes autoritarios ha contribuido a revertir avances que parecían sólidos.
Ante el avance del autoritarismo (en especial en los modos de ejercicio del poder, limitando las instituciones de “contestación”, balance y contrapeso) en diversos sistemas democráticos, muchos supuestos teóricos y expectativas empíricas han tenido que revisarse. Pocos especialistas conservan la expectativa, por ejemplo, de que las transiciones hacia la democracia habrían de desembocar en regímenes competitivos plenamente articulados con un poder público regido por la legalidad, con capacidades efectivas de gobierno. La realidad ha mostrado que la integridad de las elecciones es variable y que los controles del poder público pueden ser precarios, aun en sistemas competitivos. Las democracias débiles pueden quedarse estancadas o permanecer de modo indefinido en un nivel de funcionamiento errático y defectuoso. Y la desigualdad sigue siendo un trasfondo problemático, incluso en regímenes democráticos fuertemente institucionalizados, como el caso de Estados Unidos. Por tanto, allí también, cierta regresión a prácticas no democráticas de gobierno es posible (Przeworski 2019).
Todo ello configura una realidad en la cual las categorías de caída o quiebre (breakdown) de la democracia —acuñado originalmente por Juan Linz (1978)— no alcanzan para describir estos procesos de “erosión” de las reglas propias del régimen democrático. Así, en el debate reciente se han incorporado nuevos conceptos, derivados de perspectivas disciplinares diversas, que han contribuido a complejizar pero también a enriquecer el análisis en torno a las dinámicas políticas, sociales e institucionales de las democracias. Se busca capturar los atributos procesuales y paulatinos de retroceso con conceptos como declive, recesión o retroceso democrático (democratic backslide) (Bermeo 2016; Diamond 2015; Mechkova, Lührmann y Lindberg 2017; Tomini y Wagemann 2018; Waldner y Lust 2018).
Sin tomar partido, de entrada, por ninguna de estas acepciones, en la presente convocatoria se usa el término erosión de la democracia o erosión democrática para designar a un estado de cosas en el que se revierten atributos o cualidades previamente existentes en un régimen democrático. Al igual que en el caso de los materiales, la erosión implica una degradación paulatina que va deformando su naturaleza inicial. La pregunta desde un enfoque antropológico es si es posible hablar de una forma natural de la democracia, presente en todo tiempo y lugar, o si los contextos históricos y culturales moldean y, por lo tanto, modifican la realidad política, así como los términos que la denotan (Adler Lomnitz 1994). Ello, por tanto, deriva en un segundo cuestionamiento: ¿qué papel desempeñan los actores sociales en este proceso, en especial cuando la democracia es reclamada desde abajo? ¿Son estas manifestaciones de activismo y rebeldía un atentado contra las instituciones democráticas y, por tanto, un mecanismo de erosión, o por el contrario, representan caminos para su extensión y fortalecimiento (Love y Mattern 2013; Gutmann 2009)? Si desde una definición politológica la erosión implica situaciones en las cuales la autoridad pública deja de estar sujeta, en alguna medida, a los controles, límites y pesos y contrapesos establecidos en la legalidad, ¿cómo entender procesos políticos donde la institucionalidad funciona de manera relativamente adecuada y estable, pero el régimen pierde capacidad de garantizar derechos sociales básicos, o la violencia social se transforma en un fenómeno relativamente frecuente en algunos territorios del Estado-Nación?
A tales interrogantes, podemos agregar los siguientes: ¿en qué medida estos procesos de degradación de los atributos democráticos de los regímenes políticos contribuyen a la transformación definitiva de su naturaleza? ¿Estamos asistiendo entonces a procesos de inestabilidad que derivan siempre en situaciones de degradación (al disminuir la capacidad de instancias sociales e institucionales de expresión y rendición de cuentas), o por el contrario, son estas variaciones (o pueden serlo al menos) condiciones necesarias para el fortalecimiento de la democracia, si bien modificada su naturaleza? ¿Cómo poder distinguir las potencialmente múltiples dinámicas de erosión política con los procesos de transformación virtuosos? ¿Qué tanto influyen los discursos que cuestionan los fundamentos normativos de las democracias liberales? ¿Cuentan los sistemas democráticos con los anticuerpos para hacer frente a estas amenazas? ¿De qué naturaleza son estas últimas y qué podemos esperar para el futuro inmediato?
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